09.05.2022
¡Estimados ciudadanos de Rusia!
¡Queridos veteranos!
¡Camaradas soldados y marinos, sargentos y suboficiales,
alféreces y tenientes!
¡Camaradas oficiales, generales y almirantes!
¡Les felicito por el Día de la Gran Victoria!
La defensa de la patria, cuando se decidía su destino,
siempre ha sido sagrada. Con el sentimiento de genuino patriotismo, las
milicias de Minin y Pozharski luchaban por la patria, iban al ataque en el
campo de Borodinó, se enfrentaban al enemigo en las afueras de Moscú y
Leningrado, Kiev y Minsk, Stalingrado y Kursk, Sebastópol y Járkov.
De la misma manera, ahora, en estos días, están luchando por
nuestra gente en Donbás. Por la seguridad de nuestra patria, Rusia. El 9 de
mayo de 1945 pasó para siempre a la historia mundial como un triunfo de nuestro
pueblo soviético unido, de su unidad y poderío espiritual, su hazaña
incomparable en el frente y en la retaguardia.
El Día de la Victoria es una fecha íntima y querida para
cada uno de nosotros. En Rusia no hay familia que no haya sido abrasada por la
Gran Guerra Patria.
Su recuerdo no se desvanece. En este día, los niños, nietos
y bisnietos de la Gran Guerra Patria se encuentran en el flujo interminable del
Regimiento Inmortal. Llevan las fotos de sus familiares, los soldados caídos
que se quedaron jóvenes por siempre y los veteranos que ya nos han dejado.
Estamos orgullosos de la invicta y valiente generación de
vencedores, que somos sus herederos, y es nuestro deber guardar la memoria de
quienes aplastaron al nazismo y quienes nos legaron a estar atentos y hacer
todo lo posible para que el horror de una guerra mundial nunca se repita. Y por
lo tanto, a pesar de todos los desacuerdos en las relaciones internacionales,
Rusia siempre ha abogado por la creación de un sistema de seguridad igual e
indivisible, un sistema que es vital para toda la comunidad internacional.
En diciembre del año pasado, propusimos firmar un acuerdo
sobre garantías de seguridad. Rusia llamó a Occidente a un diálogo honesto, a
buscar soluciones razonables y de avenencia y a tener en cuenta los intereses
de ambas partes. Pero todo fue en vano. Los países de la OTAN no querían
escucharnos y esto significa que en realidad, tenían otros planes. Y lo vimos.
Sin ocultar nada, se venía preparando otra operación
punitiva en Donbás y una invasión de nuestras tierras históricas, incluida
Crimea. En Kiev, anunciaron la posible adquisición de armas nucleares. El
bloque de la OTAN comenzó a explotar militarmente nuestros territorios
adyacentes.
De este modo, se creó sistemáticamente una amenaza
absolutamente inaceptable para nosotros y directamente en nuestras fronteras.
Todo indicaba que sería inevitable un enfrentamiento con los neonazis, los
partidarios de Stepán Bandera, por los que habían apostado EEUU y sus socios
menores.
Repito, vimos cómo se desplegaba la infraestructura militar,
cómo empezaron a trabajar cientos de asesores extranjeros y se realizaban
entregas regulares de las armas más modernas de los países de la OTAN. El
peligro crecía día a día. Rusia dio una respuesta preventiva a la agresión. Fue
una decisión forzada, oportuna y la única correcta. La decisión del país
soberano, fuerte e independiente.
EEUU, sobre todo después del colapso de la URSS, empezó a
hablar de su excepcionalidad humillando así no solo al mundo entero, sino
también a sus Estados satélites que deben fingir como si no se dieran cuenta de
nada y tragarse todo sumisamente. Pero somos un país diferente.
Rusia tiene un carácter diferente. Nunca renunciaremos a
nuestro amor por la Patria, a nuestra fe y valores tradicionales, a nuestras
costumbres ancestrales, a nuestro respeto por todos los pueblos y culturas. En
Occidente parece que han decidido abolir estos valores milenarios.
Esta degradación moral se convirtió en la base de
falsificaciones cínicas de la historia de la Segunda Guerra Mundial, de
incitación a la rusofobia, glorificación a los traidores, burlas a la memoria
de sus víctimas, borrando el valor de los que ganaron e hicieron posible la
victoria.
Sabemos que a los veteranos estadounidenses que querían
acudir al desfile en Moscú se les ha prohibido hacerlo, pero quiero que sepan
que estamos orgullosos de sus hazañas, de su contribución a la victoria común.
Honramos a todos los soldados de los Ejércitos aliados —los
estadounidenses, los británicos, los franceses—, a los participantes de la
resistencia, a los valientes soldados y los partisanos de China. A todos los
que derrotaron al nazismo y al militarismo.
¡Queridos camaradas!
Hoy las milicias de Donbás y los soldados del Ejército ruso
luchan en su propia tierra, donde los justicieros de Sviatoslav y Vladímir
Monomaj, los soldados de Rumiantsev y Potemkin, Suvorov y Brusilov, los héroes
de la Gran Guerra Patria Nikolái Vatutin, Sidor Kovpak y Liudmila Pavlichenko
lucharon hasta la muerte.
Ahora me dirijo a nuestras Fuerzas Armadas y a las milicias
de Donbás. Están luchando por la patria, por su futuro, para que nadie olvide
las lecciones de la Segunda Guerra Mundial, para que no haya lugar en el mundo
para verdugos, represores y nazis.
Hoy inclinamos la cabeza ante la memoria de todos los que
perdieron la vida durante la Gran Guerra Patria, nuestros hijos, hijas, padres,
madres, abuelos, esposos, esposas, hermanos, hermanas, parientes y amigos.
Inclinamos la cabeza ante la memoria de los mártires de Odesa que fueron
quemados vivos en la Casa de los Sindicatos en mayo de 2014.
En memoria de los ancianos, las mujeres y los niños de
Donbás, civiles que murieron por los despiadados bombardeos y los bárbaros
ataques de los neonazis. Inclinamos nuestras cabezas ante nuestros compañeros
de armas que han muerto como valientes en una lucha justa: por Rusia.
Se guarda un minuto de silencio.
La muerte de cada uno de nuestros soldados y oficiales es un
dolor para todos nosotros y una pérdida irreparable para sus familiares y
amigos. El Estado, las regiones, las empresas y las organizaciones públicas
harán todo lo posible para brindar apoyo a estas familias, para ayudarlas.
Daremos un apoyo especial a los hijos de los compañeros de batalla fallecidos y
heridos. El Decreto Presidencial sobre esto fue firmado hoy.
Les deseo una pronta recuperación a los soldados y oficiales
heridos. Y agradezco a los médicos, paramédicos, enfermeras y personal médico
de los hospitales militares por su trabajo altruista. Les agradezco por luchar
cada vida, a menudo bajo fuego y en primera línea, desinteresadamente.
¡Estimados compañeros!
Ahora aquí, en la Plaza Roja, los soldados y oficiales de
muchas regiones de nuestra extensa patria están codo con codo, incluidos los
que llegaron directamente de Donbás, directamente de la zona de combate.
Recordamos cómo los enemigos de Rusia intentaron utilizar a
bandas terroristas internacionales contra nosotros, intentaron sembrar la
enemistad nacional y religiosa para debilitarnos y dividirnos desde dentro,
pero no tuvieron éxito.
Hoy en día, nuestros combatientes de distintas
nacionalidades están juntos en la batalla, cubriéndose de balas y fusiles, como
si fueran hermanos.
Y allí radica la fuerza de Rusia, la gran fuerza
indestructible de nuestro pueblo multinacional unido.
Hoy están defendiendo todo por lo que lucharon sus padres,
abuelos y bisabuelos. Para ellos, el sentido de la vida más apreciado siempre
ha sido el bienestar y la seguridad de la patria. Y para nosotros, sus
herederos, es la lealtad a la patria el valor principal y un apoyo confiable para
la independencia de Rusia.
Los que aplastaron al nazismo durante la Gran Guerra Patria
nos mostraron un ejemplo de heroísmo para todos los tiempos. Fue una generación
de ganadores y siempre tendremos a la vista su ejemplo.
¡Gloria a nuestras valientes Fuerzas Armadas!
¡Por Rusia! ¡Por la Victoria!
¡Hurra!